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2/5/08

Memoria digital

Una vez constatada la efímera época digital que estamos viviendo, y quizás por suerte o por desgracia no se termine antes de que nos hayamos ido, tan solo pienso que el legado que dejamos, quizás no sea por todos comprendido.

Este pensamiento me viene en recuerdo del apagón sufrido por una hermosa y decadente ciudad. Que contempló como un día se quiso ir la luz. Pero pronto se instalaron ciertas cajas (a cual más fea) a nuestro alrededor, que se dedicaron a quemar un liquido pulverizado que trasformaba un movimiento de vaivén en un tumulto de fuerzas que se empujaban unas a otras encauzadas en largos envoltorios cilíndricos que las llevaban a su destino y así se evitó que se fuera.

¡Victoria! efímera, pero victoria, aunque el ruido y humo de esas cajas, transformaron por unos días los hábitos del lugar.

Tras comprobar lo complicado que era mantener ese tumulto de fuerzas que se empujaban en una recepción constante, se me hizo muy difícil transformar los ceros y unos en signos legibles en una pantalla luminosa y en más de una ocasión se quebró ese diminuto hilo encapsulado en un tubo de cristal, lo que finalmente me hizo desistir en el intento, despertándome el recuerdo de la doble luz que desprendía una vela encendida al lado del espejo.

Triste y gloriosa luz la de la vela, que de nada me servia por muy luminosa que fuera si lo que quería era leer o encontrar los escritos de aquellos pensamientos de la época digital. Éstos estaban metidos en pequeñas cajitas de patas planas y quietas que no dejaban salir ninguna señal sino entraba antes en ella lo que se ha venido a llamar electricidad.

Tales cajitas, generalmente negras y planas, que su quietud viene dada por la incrustación de sus patitas en pequeños surcos, conservaban un tesoro, conservaban más de un pensamiento. Pero no sirve la luz de una vela para observar su contenido, sino el tumulto de fuerzas transmitidas a través de aquellos envoltorios larguiruchos, flexibles y cilíndricos que además harían posible la iluminación de la pantalla y la transformación de toda una serie de ceros y unos, en un conjunto de signos gráficos que facilitaran su comprensión y lectura…

Aun recuerdo los primeros mensajes digitales que se realizaron a través de la electricidad, siendo la duración de un sonido su primera característica y en sus inicios a los ceros se les llamaban punto y a los unos raya, éstos conjuntos de puntos y rayas se transformaban en letras y éstas en palabras y así la lectura de los mensajes digitales se hacía comprensible al que sabía leer, pero aun tuvo que pasar algún tiempo para que aquellos mensajes digitales (del sonido se paso a la dualidad) se pudieran guardar en estas cajitas que conservan la memoria digital.

Ahora que tenemos casi todos los conocimientos guardados en forma de ceros y unos, nuestra dependencia es tal (incluso para comunicarnos) que si se nos va la luz, no hay ni habrá forma de entendernos, pues dejarán encerrados nuestros mensajes, conocimientos, cálculos, regulaciones, en definitiva muchos de nuestros secretos en esas cajitas y deberemos esperar algún que otro retorno a la efímera época digital para saber no solo lo que hemos guardado, sino hasta donde hemos llegado.

Tras repasar los ciclos de nuestra efímera historia, pienso que algún día se puede dar la repetición del trauma que nos cuentan sobre lo acaecido en el reino de Babel. Los matices podrían ser diferentes pero los resultados serían los mismos, pues algún día se podría dar que la luz se fuera y que nos encontráramos con la circunstancia de no disponer de esas cajas a nuestro alrededor que transformaran un movimiento de vaivén en un tumulto de fuerzas que se empujan unas a otras… De nada serviría entonces la memoria digital y quizás entonces, tuviéramos que volver a empezar.

4 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Hoooooooola Pollo. Tu artículo me ha recordado a un libro que leí y me gustó mogollón pero que no recuerdo el título (sí la 2º parte, kane and Abel) tengo la cabeza de gallina cada día más perdida... bueno, pues al final el prota decía algo así como que la historia son circulos concéntricos; a veces pienso en ello y sí me convence su razonamiento.
me voy a leer tu cuerno.
un besin

Unknown dijo...

¿Círculos? ¿elipses?. Lo más parecido podrían ser los muelles y además tendrías que imaginarte en medio de un mogollón de muelles que según el peso que aguanten se alargan o se contraen.
Pero esa es otra historia, la que intentaba desarrollar sin mucho éxito, es que cada diez años hay borrón y cuenta nueva del trabajo guardado en las memorias digitales y así va a ser difícil de tirar para adelante.

Unknown dijo...

La verdad es que no tenía ni idea de esta información, de todas formas... Jaume.... igual no hay tanto que perder... siempre podrán concluir que éramos bárbaros a pesar de tanta tecnología como se demuestra cada día.

Un besazo

Unknown dijo...

Estrella si cada diez años tienes que renovar, poco se va a aprender.
¿Barbaros? Ojala que solo fueramos eso.