Artículos de opinión y pequeñas noticias sobre mi pueblo

13/10/07

La travesía

Diálogos sobre el Génesis V

Toda la noche había estado lloviendo, no había parado, al despertar escuche como seguían cayendo las gotas de agua, la calle apareció como un río donde pausadamente se iba deslizando el agua que había caído más arriba. Me puse las botas altas, el chubasquero, hice un repaso a mi atuendo, comprobé que no se me olvida nada, ¡estaba preparado! para ir a su encuentro.
—Sigue lloviendo, no para. Parece que cae con más fuerza.
—Están creciendo el nivel de las aguas.
—No te preocupes, hay tres pisos.
—¿No abra goteras?
—Están calafateadas las juntas.
—¿Por fuera?.
— Si, y por dentro.
Nuestras risas dejaban correr la imaginación. Comentarios, preguntas, respuestas. Todo estaba justificado, esa mañana llovía con ganas, mientras nosotros compartíamos esa complicad que nos había llevado a recordar las instrucciones de montaje de: “un barco muy especial”. Continuamos con nuestra complicidad
—¿Quieres decir que aquí hay 300 codos de largo?
—Los 50 codos de ancho, si los hace.
—Y de alto, ¿llega a 30 codos?.
—¡Claro! hay tres pisos.
—¿No se habrán olvidado del tragaluz?.
—Esta hecho con maderas resinosas.
¿Fueron los preparativos de una travesía? ¿Fue el relato de una tormenta “única”?. Los interrogantes los dejo para los historiadores, los investigadores. Las instrucciones de construcción, para los armadores de buques. El viaje para los aventureros. Y, para los poetas, dejo el arco que encontrarán en las nubes.
Lo que si parecía cierto es que el traslado, es decir, la travesía ¡Fue un éxito!. Ya se sabe, donde hay un buen maestro…
Aproveche aquel momento para enlazarlo con un tema que me había preocupado. Pues en mis lecturas, recordaba que tras la travesía, me había parecido ver que se había producido un cambio de actitud. Se habían establecido nuevas reglas entre los hombres. Así pues, aproveche para comentarle:
—Comenzó una nueva legislación que empezó a desarrollarse.
—¿Te refieres a la pena de muerte?
Tome un poco de tiempo para reflexionar. Recordé como me había sorprendido ese relato de como se debe de comer la carne, además de haberse efectivamente planteado la aplicación de la pena de muerte.
—No me dirás, que después de la travesía, no se podía haber puesto una señal al asesino además de indicarle el camino del destierro.
—¿Recuerdas quién había puesto la señal? ¿Serías tu acaso, el guarda de tu hermano? ¿Cómo convivir con lo que dijo Lamec a sus mujeres?
Las repuestas a esas preguntas, las tenía contestadas en el corazón. En la medida de la dureza de éste, sabia que se fueron estableciendo las normas y disposiciones. ¡Menuda trayectoria!.
Por lo pronto, me dejó claro que existió y existe una diferencia entre la actuación de Él y la actuación de los hombre. No me atreví en ese momento a responder, recurrí a la frivolidad y con tal, también me contesto.
—Un día de estos, nos vemos y nos tomamos unas copas.
—Si, para terminar borrachos y descubrir siervos…
Me lo había buscado, ¿Qué podía esperar de un comentario frívolo?. Pues eso, otra frivolidad, pero además con contenido. Pues, él siempre resultaba ser aún más especial de lo que me esperaba. Y lo curioso era que cada día que pasaba con él, lo aprecia más.
—Eso fue por faltar al respecto —proteste.
—Si, falto el respecto a su padre que al final se dedicaba a la agricultura, para disponer de esos momentos de ocio en su intimidad. Ya se sabe, después de un viaje hay que asentarse ¿No crees?
—Si claro, pero no comprendo para que construir una torre de… ¿”comunicación”? se diría hoy.
Sonrío mi ocurrencia y no pude más que acompañarle. Pero mi preocupación fue en aumento, al intuir no sé cómo, de que me iba a responder con otra de las suyas.
—Tanta información y desinformación que al final nadie entiende ¿Sabes algo de eso?
—Si, algo sé —respondí— Es otra forma de decir que hubo confusión de lenguas. Pero de ahí a también dispersarse… Hay un buen trecho.
No sé como fue, pero nada más terminar de decirle eso, me vino a la memoria haber visto a mis hijos jugando a comunicarse con una lengua inventada por ellos, no le di importancia pues también recordé que yo también lo había hecho de pequeño. Pero estaba claro que ese recuerdo no había venido por casualidad.
—Debe ser un “latazo” que nadie te entienda.
Nos reímos con ganas y recordé en voz alta una frase que también me había intrigado.
—«Pues ¿cómo nosotros los oímos cada uno en nuestra propia lengua, en la que hemos nacido?».
Así pues, la comunicación se había vuelto a restablecer, la reunificación había empezado a caminar. Pero para llegar ahí, habían tenido que pasar aún muchas cosas.

Fuentes: Gén 4,23; 6,8.14.16; 7,18; 8,13; 9,4.6.16.23-25; 11,4.7s; Act 2,8

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