Vacaciones hasta septiembre

¡Imagínense que me voy de vacaciones!
Mientras dejo atrás la desagradable noticia del hijo del moro que permite una marcha azul acompañada de la acostumbrada publicidad de muertes. Ya se ha olvidado de cómo lo hacía su padre y el ejemplo que dio con la llamada marcha verde, en la cual se ondearon incluso banderas americanas y así se aseguraron la llegada a destino de todos los convocados y no hubo victimas… Pero los tiempos han cambiado.
Me dirijo a un lugar con poca tecnología, poca energía, muchos recursos naturales y mucha voluntad para solucionar la logística de la zona.


¡Me voy de vacaciones!
No me va a llegar el papel impreso, no habrá pantalla de ordenador y las baterías del móvil se habrán agotado, así pues la información transcendental para entender este mundo civilizado no la veré a tener hasta volver a mi pueblo.
Aunque mirando de lo que me informan en este hermoso pueblo, me quedo con la impresión de que lo único que va a cambiar será la imagen del espejo cuando me vuelva a ver una vez haya vuelto. ¿Estaré poco más joven o un poco más viejo?. La sonrisa y la mirada probablemente no habrán cambiado, pero si los recuerdos que traiga conmigo.

¡Estoy de vacaciones!
Es un vivir sin saber lo que pasar más allá de los alrededores de uno mismo. Un aprender a sobrevivir bajo la ley de la naturaleza que no perdona al intruso ningún descuidado y al menor despiste le deja a uno una marca como recuerdo.
Estas son mis últimas palabras escritas que quedan grabadas en el ordenador hasta que terminen mis vacaciones. Y siempre que ¡el de arriba! quiera que sobreviva a la poca tecnología, poca energía, muchos recursos naturales y mucha voluntad para solucionar la logística de la zona…
Pero mucho me temo, que el problema logístico no es de la zona, sino de los destinatarios que no quieren compartir o mermar sus privilegios.