Ante la noticia de que en nuestra capital región autonómica se celebra la semana de la bicicleta, sonriendo, me he imaginado por un momentos, que todos los roséense utilizaban diariamente la bicicleta, pero al ponerlo en practica, he encontrado que quizás nos haría falta esos triciclos tan fotografiados en oriente, que pudieran hacer posible que la abuelita del piso de arriba, el recién nacido de la parejita de abajo, es decir todos, pudieran desplazarse con los clásicos o modernos vehículos de tracción humana. Además tendríamos como en Barcelona esos híbridos con motores eléctricos, llamados taxi-bicicletas, que facilitarán alguna que otra subida o desnivel...
De todas formas, toda la población de Rosas solo sumaría la mitad de gente que coge la bicicleta en Barcelona. Eso si, el ambulatorio estaría colapsado en poco tiempo, debido a los pequeños desencuentros de los desacostumbrados ciclistas de Rosas.
Por otro lado, deberíamos sentirnos contentos, por no disponer aquí de un metro que pudiera subir gratuitamente a nuestros jóvenes con su bicicleta arriba del Puig Rom para dejase deslizar cuesta abajo, hasta la playa o al puerto de pescadores. (Pues en poco tiempo nos quedaríamos sin nuestros jóvenes intrépidos).
Hoy nuestros pequeñuelos son más cómodos y se gastan sus pequeños o grandes euros en cambiar el tubo de escape o en alguna que otra chapucilla que haga posible realizar algún que otro caballito con su motocicleta en los pequeños tramos disponibles de Rosas, aunque últimamente, las tumbadas en las redondas están gustando y ganando adeptos, pues son igualmente espectaculares.
¿Que padre va a decir a su hijo que para no empeorar el aire que respira es mejor que se desplace en bicicleta? ¿Qué hijo va a decir a su padre que para que su futuro este menos contaminado debe empezar a dar ejemplo, y desplazarse en bicicleta?
Dejemos así pues, la noticia de que unas 32.000 personas hagan servir diariamente la bicicleta para desplazarse por Barcelona. Aquí en Rosas serán menos, las que la utilizan, pero de haberlas ahilas y sino, contemple nuestro paseo marítimo entre otras cosas.
De todas formas, toda la población de Rosas solo sumaría la mitad de gente que coge la bicicleta en Barcelona. Eso si, el ambulatorio estaría colapsado en poco tiempo, debido a los pequeños desencuentros de los desacostumbrados ciclistas de Rosas.
Por otro lado, deberíamos sentirnos contentos, por no disponer aquí de un metro que pudiera subir gratuitamente a nuestros jóvenes con su bicicleta arriba del Puig Rom para dejase deslizar cuesta abajo, hasta la playa o al puerto de pescadores. (Pues en poco tiempo nos quedaríamos sin nuestros jóvenes intrépidos).
Hoy nuestros pequeñuelos son más cómodos y se gastan sus pequeños o grandes euros en cambiar el tubo de escape o en alguna que otra chapucilla que haga posible realizar algún que otro caballito con su motocicleta en los pequeños tramos disponibles de Rosas, aunque últimamente, las tumbadas en las redondas están gustando y ganando adeptos, pues son igualmente espectaculares.¿Que padre va a decir a su hijo que para no empeorar el aire que respira es mejor que se desplace en bicicleta? ¿Qué hijo va a decir a su padre que para que su futuro este menos contaminado debe empezar a dar ejemplo, y desplazarse en bicicleta?
Dejemos así pues, la noticia de que unas 32.000 personas hagan servir diariamente la bicicleta para desplazarse por Barcelona. Aquí en Rosas serán menos, las que la utilizan, pero de haberlas ahilas y sino, contemple nuestro paseo marítimo entre otras cosas.
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