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10/1/06

La Ley del silencio

Leo el discurso y pienso que me puedo ir tranquilo a dormir, pues a pesar del cese y otros matices, me digo que aun hay personas que están dispuestas a defender y guardar nuestro ordenamiento constitucional. Y aun diría más, me agrada saber que hay personas que ocupan altos cargos, que si ven que algo anda mal, aun peligrando su puesto de trabajo o reputación, lo digan, alto y claro.

Me quiero mucho a una de las lenguas autonómicas, pero al mismo tiempo, pienso que es un acierto la frase que da a entender, que no se la puede ni imponer, ni obligar. Recuerden las palabras de nuestro querido General: “El segundo es el de la lengua. El hecho de que en una autonomía sea exigible el conocimiento de su lengua particular es una aspiración desmesurada”.
No me escandalizo, cuando escucho que existen problemas con la Justicia, más bien comprendo parte de nuestras imperfecciones, aunque la producción de sentencias dispares, no pienso que solo vengan, por la presunta independencia de los tribunales autonómicos, aun así, vuelvo a recordar las palabras de nuestro querido General: “El tercero está relacionado con la Justicia. La actual independencia de los tribunales de justicia de las autonomías crea ... problemas ... al producir sentencias dispares por hechos similares”.

Y admiro la contundencia para recordarnos que hay limites, pues faltaríamos a la verdad, si pensamos y actuamos, creyendo que no existen. Aquí nuestro querido General, da en el clavo, cuando dice: “Afortunadamente, la Constitución marca una serie de límites infranqueables para cualquier estatuto de autonomía. De ahí que reitere mi mensaje de tranquilidad”.

Tan solo me hace falta felicitar a nuestro querido General, por su acierto y sus palabras, pues la ley del silencio parece que no es de aplicación a personas de honor. Recordemos una de sus últimas frases: “Pero si esos límites fuesen sobrepasados, lo cual en estos momentos, afortunadamente, parece impensable, sería de aplicación el artículo octavo de la Constitución”.
Debo admitir, que no he incluido expresamente lo que dice el artículo octavo de la constitución, pues aspiro a que el lector, haga un pequeño esfuerzo, para recordar o descubrir parte de lo que se nos dice llamar, ordenamiento constitucional.

PD. “No olvidemos que hemos jurado o prometido, guardar y hacer guardar la Constitución. Y para los militares, cualquier juramento o promesa constituye una cuestión de honor".

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