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18/5/06

La ciudadela del Joanot

Al parecer, la familia fue a menos y en una de las crisis económicas que sufrió el país, hicieron que se perdiera todo lo allí había sido construido.

Cuenta del Joanot que tuvo días de gloria. Fue admirado por extraños y disfrutado por amigos. Por la calle Joanot Martorell se entraba a un pequeño castillo, quizás una moderna imitación a “La Ciudadela”, donde se decía que la perrera, aventajaba en mucho a algunos de los apartamentos para turistas que existían en aquellos años. Los apartamentos siguen existiendo, la perrera no.
Todo aquel florecer, digno de una tramontanada, no duró mucho, ¿quizás una década?. Se contaba una historia entre los jóvenes de entonces, al parecer la suerte se había cebado en un miembro de la familia, al encontrar en aquel lugar, un tesoro (¿historias de niños?). Pero aun se acuerdan que en la playa se acomodaba un catamarán o un 420, no me lo han sabido precisar muy bien, pero si me han dejado constancia de que era un barco de vela liguera siempre dispuesto para navegar. Con los años, la construcción de nuevo paseo marítimo y la entrada de los tractores para limpiar la playa además del pequeño expolio de los aparejos que de vez en cuando se daban en la barca, ésta termino por desaparecer.
Aquel florecer y esplendor, podría decirse, que fueron los que fraguaron la pequeña historia de gloria que tuvo el Joanot. Al parecer, la familia fue a menos y en una de las crisis económicas que sufrió el país, hicieron que se perdiera todo lo allí había sido construido.
¿Todo?, no, no todo. Quedan los recuerdos de algunos que disfrutaron de la hospitalidad de los dueños de aquella pequeña Ciudadela y este trozo de muro que la rodeaba, y no se sabe muy bien, si estos restos se han salvado para dejar constancia de lo que hubo en ese lugar o para ahorrarse el derrumbar y construir otra valla o muro para la nueva comunidad de propietarios que ahora ocupa el lugar.
Hoy sería mas difícil contar las múltiples historias de las nuevas familias que se han instalado. Hoy los días de gloria del Joanot ya no están en los hablares de la gente del pueblo y tan solo las dos calles cortadas que dan a la playa y ese trozo de muro, son testigos mudos y ciegos de otros tiempos. Y allí donde se fraguo esta pequeña ciudadela, quizás al no tener historias de guerras y pesares, se volvió a urbanizar y ahora viven muchas familias que oyéndolas hablar, solo me ha faltado escuchar el chino mandarín para preguntarme, si aun estoy en Rosas.
Si observamos de cerca una de las antiguas torres de vigilancia (reformada), podemos comprobar que se ha instalado uno de esos armatostes de plástico verde, dicen que es para el reciclaje de cristal, y justo al lado, se contempla una zona de aparcamiento para minusválidos, quizás sea para depositar las botellas de agua que sirven para regar ese esquelético árbol que sin querer llegar a ser ridículo, prefiere no salir en la foto, por eso de no querer correr la misma suerte que el que deja su coche en la zona de minusválidos.

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