Artículos de opinión y pequeñas noticias sobre mi pueblo

29/10/06

Escríbeme desde la cárcel

Hace años, quizás demasiados, en mi pueblo no habrían tenido la oportunidad de salir a la calle, quizás tampoco se hubiera condenado a un asesino a cumplir más de 100 años de cárcel, para después ver que, por el simple hecho de matricularte en una universidad, se pudiera acoger a un sistema de redenciones automáticas de penas.

¡Éramos muy brutos en mi pueblo!. A quien cogíamos le hacíamos reparar con su esfuerzo físico todo el “dolo cuantificable” que nos había hecho y, si no era posible eso, procurábamos hacer lo que ahora está tan mal visto: “quien a hierro mata, a hierro muere”.

Pero dicen que los tiempos han cambiado, que ha venido el “progreso” y que estamos en un “estado de derecho” y que además hay que respetar los “derechos y libertades fundamentales” y que no podemos renunciar a los logros conseguidos. Uno quiere creerse lo que dicen. Intenta mirar con asombro y admiración esos logros, eso que significa “progreso”, eso que significa “estado de derecho”, eso que significa “libertades fundamentales”…

Quizás por eso, a los de mi pueblo nos cuesta comprenden que exista la posibilidad de que algunos de nuestros hijos pueden ver “pasear” por nuestras calles a quienes asesinaron a su padre, o a su hermano, o a su madre, o a su hermana, o a su hombre, o a su mujer…

Hoy, he escuchado dos discursos, uno a favor y el otro en contra de estos posibles “paseos” y parece que lo que menos importa es que esos asesinos hayan reparado el “dolo” o hayan mostrado la voluntad de “insertarse”. Nos asombrar el ver desde mi pueblo, cómo se nos ha planteado este problema, y más, los planteamientos jurídicos utilizados para resolverlos.

El proceso, al parecer, está abierto. ¿En que consiste? Pues en inventarse algún recurso “jurídico” que implique posponer el problema. Y así, a nuestros representantes de turno no les toca encontrar una solución justa y definitiva.

Por un lado esta claro, si se dice que el pueblo ya ha hecho pagar la pena y, en nombre de las leyes, es decir, con las leyes en las manos, haciendo cuentas, toca salir… No hay vuelta de hoja, lo que toca, “toca”. Pero lo que no se dice a este lado del discurso es que, para hacer esos cálculos, se hayan olvidado de un elemento que, al parecer, en su momento ni se considero importante y que en la práctica parece que si lo es, pues, si lo que se quiere es hacer justicia, para realizar los cálculos de reducción de pena, se tendría que tener en cuenta “la voluntad de reinserción” y la forma como se ha reparado el “dolo”, pero esto no ha sido así...

Quizás por esto, por el otro lado, nos encontramos que algún que otro hijo de nuestro pueblo ha echado “sus cuentas” (“nuestras cuentas”), y no cuadren, por lo que puede sentirse con fuerza suficiente para esperar que en ese “paseo” por la calle del asesino, lo encuentre y le haga pagar “lo pendiente”.

Ocasionando, eso si, que tengamos que meter en la cárcel a algún que otro hijo nuestro. Es decir, difícilmente podremos evitar que haya venganza (dicen que también se le llama: “tomarse la justicia por su mano”), aunque por ley también se castiga eso. Y todo porque las cuentas en las leyes, al parecer, restan en vez de sumar y no son las mismas que hacemos en mi pueblo.

Ante este “progreso”, ante este “estado de derecho”, ante estas “libertades fundamentales” que dicen que son irrenunciables y ante estos errores jurídicos, o esa, esa jurisprudencia mal planteada, que nos lleva a plantearnos esta cuestión. ¿Qué hacen nuestros representantes?.

Quizás todo esto ha sido provocado por no encontrar o dar con esa respuesta jurídica que hiciera que no sea posible ninguna redención si no hay previamente la restitución del daño y existen signos claros de “reinserción”. Encontrar esa respuesta jurídica tendría que haber sido el primer objetivo de nuestros representantes, máximo cuando son ellos y no nosotros los del pueblo, los que aprueban las leyes que hacen que se puedan pasar cuentas de esta forma tan favorable e injusta al reo de turno.

Pero lo curioso es que nuestros representantes han optado, al parecer, por realizar apaños que de poco van a servir. Aplazan el problema y quizás incluso dan razones para convertir a los asesinos en víctimas y a los familiares de las víctimas en futuros presuntos asesinos.

Parece que se acerca el momento que esos asesinos podrán pasearse por las calles donde asesinaron a no sé cuantos hijos, o padres, o madres, o hermanos, o hermanas, o hombres o mujeres, y además dejaron a no sé cuantos heridos por los alrededores. Quizás por eso, cuando oigo decir a alguno que otro reo que nunca han realizado ninguna actividad ilícita en la cárcel e incluso oigo a uno de ellos decir que su único objetivo es escribir, yo me pregunto: ¿Por qué no me escribe desde la cárcel?... Por lo menos, hasta que se haya reinsertado.

¿Por qué no es posible que ese error jurídico de reducción de penas sin reinserción ni reparación del daño, no se pueda subsanar?.

Antes de que un asesino salga de la cárcel, debería de haber podido tener la posibilidad de ayudar a los familiares y supervivientes, debería de haber podido reparar el daño que ha causado y debería haber podido mostrar los mínimos indicios de reinserción… Y, al parecer, hay algunos muchos en la cárcel, haciendo cola, y teniendo a su favor esos supuestos cálculos mal realizados que no dan esa posibilidad.

Si nuestros representantes no son capaces de realizar leyes que hagan que las cuentas se calculen correctamente, leyes que rectifiquen los errores de cálculo, quizás también deberíamos meterlos en la cárcel hasta que aprendieran. Pues un remedio mal aplicado, puede incluso matar.

¡Por cierto! Hablando de cárceles, habrá que ir pensando como conseguir que las cárceles se autofinancien, pues eso de ser como hoteles de no sé cuantas estrellas, y además gratis, hace que incluso estén sobrecargadas y haya dificultades en encontrar sitio, y si, además, tuviéramos que meter a nuestros representantes de turno para que aprendieran a realizar los cálculos, pues eso, habrá que ir pensando en una reestructuración financiera a fondo, que estos últimos son capaces de encontrar alguna ley que nos arruine.

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