Aunque las vistas al final de esa calle, justo al lado de un seco torrente, son para sentarse
Un vecino me ha preguntado repetidas veces, (vía correo electrónico) ¿porque se había cambiado el nombre de la calle?... Me sonreía al leer el nombre original. “Miron”.
Un vecino me ha preguntado repetidas veces, (vía correo electrónico) ¿porque se había cambiado el nombre de la calle?... Me sonreía al leer el nombre original. “Miron”.
¡Ignorante de mi!. Lo que pensé en un principio, no tenía nada que ver con la realidad. No era “el mirón”, ni tenía nada que ver con los topónimos catalanes, tan de moda... Pero tampoco, los nombres de filósofos y escultores griegos de los siglos V a.C. al III a.C., tienen que ver con un pintor catalán del siglo XX. Aunque las vistas al final de esa calle, justo al lado de un seco torrente, son para sentarse en ese pequeño murito que hay circundando el retorno y mirar...
¡Si!, quizás haciendo de mirón, me inclino a soñar que aquel Miron que era griego, vino por estas tierras y se inspiro en estas vistas, para realizar “el discóbolo” que tan famoso le hizo, o quizás otras de sus tantas esculturas tan copiadas desde entonces.
¿Nos podemos fiar de las nuevas tecnologías?. Me lo pregunto, porque la placa con el nombre de la calle no ha sido cambiada y aun consta su nombre original: “Miron”, por lo que algunos vecinos ni se han enterado de que en la web del ayuntamiento de Rosas, le hayan cambiado el nombre de su calle.
Quizás tan solo, sea un error de estos modernos informáticos, que al pasar al ordenador el plano de Rosas y exponerlo orgullosamente en la web del ayuntamiento, han pensado que da lo mismo cambiar el nombre de un griego del siglo III a.C. por el de un pintor del siglo XX, y se han quedado tan tranquilos. Quizás ni se dieron cuenta de que Miron, no era “el mirón” como algunos como yo pensamos en un primer momento, y pensaron erróneamente que quitando una “n” el nombre de la calle tendría más categoría. Pero de categoría e historia, no le faltaba. Aunque si lo pensamos bien, quizás por mirar no queda y quizás no saben ni lo que han hecho, pues ni se habrán movido del ordenador, o del despacho donde hay aire acondicionado y se esta tan confortable y fresco (aunque les paguemos entre todos, por ese supuesto trabajo, “bien hecho”)...
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